¿Mejor un pollito frito?

Cuando Henry Alexander, mi hijo, era pequeño uno de sus platos preferidos era el pollo.. lo podía comer frito, en brasa, al horno o como nuggets. Ese menú, por una parte me resultaba cómodo pues pensaba que al menos no le daba por comer chucherías todo el tiempo, pero por otra soñaba con el día en que me acompañara (como lo hace ahora de adulto de manera maravillosa) a comer platos diferentes, llenos de sabor y que descubrieramos juntos el mundo culinario, un mundo que amo desde siempre.
Fue así como en un día de playa, sentados en un restaurant de estos típicos de la Guaira, me atreví y le pregunte a Henrito: ¿quieres comer pescadito frito?... a lo que inmediatamente respondió con firmeza: shhiiii!!!! pehhssscaítooo... shhiiiii!!!!, y me quedé en una pieza, sorprendido por su inmediata y maravillosa respuesta pues ya mi chamo estaba rompiendo la frontera del pollo y pensaba en otros platos. Sin embargo, para asegurarme de que él estaba entendiendo mi oferta, volví a preguntarle si de verdad quería pescadito indagando al mismo tiempo si comprendía a que "animal" me estaba yo refiriendo. "Pero hijo", le dije,  pescadito ¿sabes?... frito... ¿no?  y de inmediato respondió de nuevo, reafirmando su pedido: "sihiii papi... guta el pehhzcaito, flito...guta"...
Imaginen mi felicidad, mi sorpresa y mi alegria!!!! Mi chamo estaba creciendooooo!!!! así que procedí a ordenar sendos parguitos fritos, bien frescos, con tostones igualmente fritos.
La espera fue maravillosa, sonrisas, intercambios entre mis ojos y sus ojos que luchaban por el cansancio típico del mar y sus expectativas o más bien su hambre... hasta que finalmente el flamante mesonero llegó a nuestra mesa sirviendo unos hermosisimos y humeantes pargos que descansaban sobre una cama de verdísimas lechugas, cebollas y unos tomates para adornarle. Mi alma estaba en el cielo y ansiosa estaba mi boca imaginando lo que iba YA a saborear, cuando de repente, de ipso facto, un sonido seco, como de terror, me interrumpio el momento... era Henry que con los ojos fijos en su "parguito" lloraraba desconsolado, con dolor, con pasión, con desgarre... Me asusté mucho y le pregunté de inmediato que qué le pasaba... ¿no es que te gustaba el pescadito hijo?... a lo que él, viéndome a los ojos con los suyos llenos de lágrimas (puchero incluido) me respondió en una mezcla de sollozos, moquitos y lágrimas: shhiiii... me gutaaa.. pero ete etá muertooo!!!!! ete pecao ta mueto papaaaaá!!!!!!!"
Jajajajajja.... entendí ese día que mi hermoso chamo había probado antes filetes de pescado en cualquier otra presentación y muuuy diferente a la que ese día yo le había ofrecido y simplemente se asustó. A este punto, presiento que ya uds. deben imaginar cuál fue el final de esta historia... efectivamente, un pescado servido para llevar y minutos después esperando en la cola de ese conocido local de comida rápida, que aaaaamaaaaan los niños porque regalan juguetitos en sus cajitas, comprándole su ya conocido pollito... jeje..

En mis fotos (de primera) lo que me imagino vió mi hijo ese día, el cadaver de Nemo (en ese tiempo no estaba esa pelí pero no tengo otra referencia, así que sorry... jejeje) y luego la versión del pargo al horno cocinado simplemente con sal, aceite de oliva extra virgen y laurel que preparó un día mi suegra María Luisa Cardelli, para que imaginen como veía yo, ese día,  mi plato...
Además, les muestro otra parte del menú: langostinos al curry y "all´arrabiata"... o sea, picanticos... que junto al pargo, en su perfecta cocción (una carne blanca que se abría noble con tan solo presentar mi tenedor), hicieron que me deleitara, un día más, en mi afortunado viaje por el buen comer en casa.... Buen provecho!!!!

2 comentarios:

adriana bertorelli p. dijo...

yo no sé si yo debería seguirme metiendo en este blog. yo no tengo suegra que me cocine así (digo, sí tengo suegra pero no me cocina así). cada foto que veo aquí me hace agua la boca horrible y luego me quedo saboreando la nada por horas y eso no es justo. este blog me está haciendo daño. o ustedes montan un restaurant o aquí va a haber peo!

Anónimo dijo...

Demasiado sincero, demasiado bello, demasiado honesto... leerte es escucharte hablar jejejejeje ademas, como mama me siento absolutamente identificada con tu historia... y tal como dice tu amiga Adriana, leerte es hacer agua la boca!

Ana Cristina