La CarboCucha

Cuando era un chamo, el domigo era uno de mis días más esperados ya que ese día mi padre podía llamar a eso de las 4 de la tarde y avisarle a Pastora que iriamos a comer fuera de casa. Inmediatamente se armaba un revuelo, todos corriamos a arreglarnos para estar presentables en esa ocasión especial, era emocionante. Ahora de grande, al recordarlo, siento que lo realmente divertido era que la mayoria de las veces aquella experiencia de salir a comer no nos alejaba más de 3 cuadras de casa para llegar a La Pollera de Colinas de Bello Monte, el Rest de Mauricio, un portugués amigo de mi padre que estaba ubicado en lo que ahora es el Centro Polo... un sitio nada elegante ni pomposo, con una escalera grandísima y larguísima de cemento que lo hacía casi monolítico ... era como un dragón con su eterno bramar de humo de olor indescriptible. Este era un paseo corto pero que nos permitía caminar en familia y "de noche", tal vez pedir "lo que quisieras" y si estabas de buenas con los jefes de la casa hasta pedir de postre un quesillo en envase de plástico o un arroz con leche rociado de canela o como premio mayor un helado Efe de mantecado y chocolate.
Pero lo que realmente amaba en mi infancia era cuando mi hermana Mirla y yo nos metíamos en la cocina a inventar y cocinar juntos unos supuestos manjares o mezclas extrañas pero que complacían esa curiosidad de quien ahora de grande no le tiene miedo a nada. Mamama (como le decía a Mirla) y yo comprábamos un Pan Sobado, una especie de pan francés pangola, sin costra fuerte y miga dulzona, para prepararnos un submarino con cuanto ingrediente hubiera en la nevera. Era una experiencia única, más aún cuando yo era tan osado que una vez listo el sandwich lo remojaba en Frescolita bien fría antes de comerlo para lograr ese sabor "indescifrable" que mi gusto, aún sin entender nada, ya quería encontrar... Hoy, después de tantos años, llevo en la mente esos sabores (menos mal que va en la mente y NO en el paladar... jejeje) y la experiencia de cocinar en familia.
En nuestra casa, mi bella Lara busca siempre innovar, crear e inventar pero sobre todo busca ese atrevimiento que hace que su cocina sea siempre un lugar aromáticamente inesperado, ella no se para en ingredientes a la hora de abrir la nevera un jueves en la noche y hurgar... y de donde yo, solo al abrir, veo agua y tomate, ella como quien saca un conejo del sombrero, logra preparar una comida sencilla y de rechupete....
Una de estas tardes, llegando a casa para almorzar y mientras subiamos en el ascensor, volteó a verme y me dijo ¿te provoca una pastica tipo Carbonara?... !!!pero por supuesto!!! afirmé inmediatamente, y en menos de lo que canta un gallo Lara logró lo que ven en mis fotos, una versión de ese maravilloso platillo italiano que yo denominé "CarboCucha", una versión hecha con jamón serrano en vez de la Pancetta (para digamos cuidar un poco mi colesterol) sumando a su preparación unas puntas de espárragos naturales y así darle su toque especial...
Sin duda, como verán, mi vida ha "evolucionado"... ha ido del Pan Sobado a la CarboCucha, de la Colita al Vino Tinto y de la glotoneria ... a más glotoneria jejeje, pero siempre descubriendo y disfrutando platos, que por sobre todo, estan llenos de amor y pasión...

3 comentarios:

Yo dijo...

Me parece que doña Cucha va a tener que invitarme un día comer carbocucha.

un beso



pd: puedes quitar esas letritas que hay poner para dejar el comentario,por faaa!

Maiskell dijo...

Qué rico!!!!!!!!! Quiero ir a comer Cucha Food!

adriana bertorelli p. dijo...

yo quiero, yo NECESITO probar la carbocucha así, tal cual. sin variarle nada. la veo y babeo. besos apretujados a dos de mis personas favoritas en el mundo.